¿Alguna vez ha tenido un sueño recurrente? Recuerdo uno que me atormentaba en mi adolescencia y que al parecer es común: "Caigo a un precipicio oscuro y siento la desesperación inconmensurable de mi cuerpo en el vacío".
Los parasicólogos podrían interpretar el sueño de determinada manera y los psicoanalistas de otra. Incluso otros podrían llegar más lejos y aducir que son mensajes sobrenaturales. Pero ¿tienen los sueños connotaciones taumatúrgicas en nuestros días?
En todo tiempo, los sueños han tenido un lugar en la historia humana. Tal vez los onirismos más llamativos sean los proféticos o premonitorios. Y de este tipo de sueños la Biblia tiene una amplia gama de ejemplos. Algunos personajes que los experimentaron fueron José hijo del patriarca Jacob, el profeta Daniel, entre otros.
En realidad hay tres líneas diferenciadas de sueños: Los de origen divino, los naturales y los demoníacos.
Los sueños divinos fueron una manera en la que Dios se comunicaba con sus siervos para que éstos a su vez lo comunicaran a las gentes. ¿Por qué digo fueron? ¿Acaso Dios ya no utiliza esa vía de comunicación? Efectivamente. Así como un aparato electrónico tiene un tiempo de vida útil y después hay que reemplazarlo por otro nuevo, así también Dios durante un tiempo determinado se valió de los sueños para comunicarse con los hombres hasta que sustituyó a éstos por otro conducto de mensajería. Después hablaremos del magno relevo, ahora prosigamos con la naturaleza de las tres clases de sueños.
En realidad no todos los sueños divinos tuvieron el propósito de profetizar, como tampoco todos los receptores fueron adoradores de Dios. Verbigracia, al rey Abimélec de Guerar se le dio una firme advertencia por medio de un sueño. En el libro de Génesis, capítulo 20, verso 3 dice: “Después Dios vino a Abimélec en un sueño de noche y le dijo: ‘Mira que puedes darte por muerto a causa de la mujer que has tomado, puesto que es poseída por otro dueño como esposa’”. Un caso más conocido es el de los astrólogos o “reyes magos” como muchos los llaman. También fueron advertidos por medio de sueños. En el evangelio de Mateo 2:12 se cita:”Sin embargo, porque en un sueño se les dio advertencia divina de que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino”.
Tanto el rey Abimélec como los “reyes magos” no eran verdaderos adoradores del Dios vivo; no obstante, fueron destinatarios de mensajes divinos, pero con el propósito de ser advertidos de no actuar en detrimento de quienes en efecto si adoraban a Dios.
Otra razón para impartir sueños celestes, era la de dar instrucciones. Tenemos el ejemplo de José, el padre adoptivo de Jesús. Fue por este medio que José supo que tenía que regresar de Egipto y radicarse en Nazaret, con el propósito de que se cumpliera la profecía mesiánica:”Será llamado Nazareno”.
A los antiguos patriarcas hebreos Abrahán y Jacob, Dios les dio su paternal aprobación. Es de resaltar que los sueños de carácter profético aunque en su gran mayoría eran recibidos por los siervos de Dios, hubo algunos paganos que también los hospedaron. Como es el caso del jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del Faraón en la época de José. Estos sueños junto con la interpretación que diera de ellos José, sirvieron para que el Faraón se diera cuenta que el espíritu divino reposaba en el joven hebreo. Otro que tuvo sueños proféticos fue Nabucodonosor, profecías que inclusive tienen cumplimientos en nuestro tiempo.
La esposa de Poncio Pilato, también tuvo un sueño, pero de advertencia, no profético: “No tengas nada que ver con ese hombre justo, porque sufrí mucho hoy en un sueño a causa de él”.
Los sueños divinos se extendieron hasta el Pentecostés del año 33 de esta era, cuando el espíritu santo derramado sobre 120 discípulos cristianos produjo dones sobrenaturales en ellos. Otro que también recibió instrucciones por medio de un sueño fue el apóstol Pablo, otrora perseguidor de cristianos, con el fin de darle a conocer a que tierras gentiles tenía que llevar el mensaje de las Buenas nuevas.
El segundo tipo de sueños y del que todo ser humano participa, es el natural. Estos germinan en nuestro subconsciente debido a diferentes estímulos. Puede ser una emoción, un pensamiento, una sensación. Hasta las actividades cotidianas generan mientras dormimos los sueños naturales. El stress, la ansiedad, el temor, en fin, cualquier circunstancia vivida, oída o vista puede desencadenar que mientras descansamos brote de nuestra mente una variopinta red de sueños.
En realidad, estos sueños no son trascendentes. El sueño que menciono en el primer párrafo pertenece a este grupo. Es algo tan normal como comer y evacuar.
El sueño nocturno tiene dos fases básicas: la REM (movimientos oculares rápidos) en esta etapa se producen los sueños. La otra fase es la NREM (movimientos oculares no rápidos) donde no hay sueños. En la primera fase pueden producirse normalmente de cuatro a más sueños. Por supuesto, estos no los recordamos. En cambio, los que si los tenemos presentes al despertarnos son los que tenemos minutos antes de regresar a la conciencia total.
Por lo general, las pesadillas también forman parte de este segundo grupo. Ya que si hemos visto por ejemplo una película de terror, o tenemos una enorme ansiedad, esto puede desembocar en un sueño perturbador.
El doctor Allan Hobson dice sobre los sueños: “son estímulos ambiguos que pueden interpretarse de cualquier manera, según la predisposición del terapeuta. Su significado se da según el enfoque del interesado…no la del sueño mismo”. Quienes les dan gran valor a los sueños, según sus perspectivas sicológicas, cada uno refleja su criterio teórico. Un freudiano le hallará un significado, un seguidor de las ideas de Jung le dará otro. Los neurocientíficos y los que quieren atribuirles significados psicológicos a los sueños no congenian en este punto.
A diferencia de los antiguos hebreos que sirvieron a Dios y los primeros cristianos, los babilonios, los griegos y los egipcios depositaban una confianza ciega en el mundo de los sueños. Los babilonios que para tomar decisiones importantes tenían que dormir en los templos con el propósito de estar más cerca de los sueños recibidos de sus dioses. Así mismo, los griegos solían dormir en las capillas de Esculapio para ser instruidos con respecto a su salud. Y los egipcios elaboraban libros de interpretación onírica. Por cierto que este tipo de consultas al estilo egipcio son muy comunes en la actualidad.
Por último, el tercer grupo de sueños, el de origen demoníaco se dio en la antigüedad como también hoy en día. Incluso muchos de ellos han llegado a atribuírselos al mismísimo Dios.
Y aquí retomo el tiempo de vida útil de los sueños divinos. Una vez que Dios, por medio de un grupo de cuarenta hombres, terminó la escritura de la Biblia, con ésta también cesó la comunicación onírica divina. ¿Por qué? Bueno, porque el reemplazo comunicacional sería de ahí en adelante precisamente este libro de origen divino. Así lo corrobora la carta a los Hebreos capítulo 1:1,2:”Dios, que hace mucho habló en muchas ocasiones y de muchas maneras (incluyendo los sueños) a nuestros antepasados por medio de los profetas, al fin de estos días nos ha hablado a nosotros por medio de un Hijo (las enseñanzas de Jesús recabadas en la Biblia)”.
En consecuencia, cualquier sueño sobrenatural a partir de que se terminara el canon bíblico, no puede ser atribuido a Dios. Un ejemplo de sueño profético que no es de origen divino es el de María Antonieta, reina de Francia. Ella soñó un sol rojo que se elevaba por encima de una columna y que se desplomó aparatosamente. Este sueño presagiaba la proximidad de la Revolución Francesa y la caída de la monarquía. Puede que el sueño haya sido real como pudo no serlo, la cuestión es que de haberlo sido, su génesis no fue divino sino de la fuente opositora.
Imagen adaptada para "DE TODO UN POCO"
Tema escrito por Alejandra Sanders del blog > Cuentos de terror y profecias
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