Cuando una persona vive en un estado muy negativo, siente la necesidad de convivir con otros. Son los llamados vampiros emocionales.
Algunos dirían que el término es bastante dramático, y hasta excesivo. Pero por muy breve que sea el encuentro con uno de estos individuos estaremos de acuerdo en que es lo único que realmente los describe, ya que después de tratarlos nos sentimos deprimidos, sin energía y con el ánimo apagado.
Todos conocemos por lo menos uno. ¿No lo crees? Haz una prueba sencilla:
¿Existe alguien que evitas o rehúyes, sea en persona o por teléfono? ¿A quién te cuesta mucho trabajo devolverle una llamada, porque la sola idea de hablar con él o ella te cansa? Después de compartir con cierta persona, por "Agradable"’ que haya sido el encuentro, ¿te quedas tensa, molesta o agotada… y muchas veces ni siquiera entiendes el por qué?
Si has respondido que sí a cualquiera de estas preguntas no lo dudes: estás lidiando con un vampiro emocional. Lo insidioso de este problema, es que puede ser un desconocido… o un ser queridocomo: el padre, la pareja o la mejor amiga.
El Dr. Bernstein (psicólogo clínico, terapeuta y experto en tales criaturas), dice "que son diferentes de la gente normal, pueden parecer más atractivos, más emocionantes, inteligentes, encantadores, creativos…pero “su necesidad” es superior a cualquier otra y asumen que las reglas no son para aplicarlas a ellos mismos, si no a la gente corriente. Nunca se sienten culpables y cuando se les descubre, se muestran rabiosos y manipuladores, y cambian sus formas. Desempeñan tan bien su papel, que engañan a los demás con bastante frecuencia."
Daniel y Kathleen Rhodes dicen “que son depredadores emocionales que desean aspirar la energía de otras personas, acechan a su presa en las sombras, no son gente especial, si no gente normal con la que convivimos todos los días, que “chupan” nuestra energía mental y emocional; muchos de estos depredadores saben exactamente cuánta frustración y ansiedad inflingen, mientras que otros, no tienen conciencia del daño que causan y la víctima tampoco es consciente de ello en muchas ocasiones".
Daniel Goleman, autor del best seller internacional La inteligencia emocional, nos asegura que el efecto que nos causan estas personas va más allá de una molestia momentánea. De acuerdo con su último libro, Social Intelligence (Inteligencia social), nuestros intercambios diarios con la pareja, los hijos, el jefe y aun con extraños, moldean la estructura física de nuestro cerebro a nivel celular; esto, a su vez, afecta todas las células del cuerpo, efectuando cambios incluso a nivel genético.
En otras palabras: nuestra reacción ante los demás tiene un impacto biológico en nuestro organismo, ya que durante un contacto social segregamos hormonas que afectan desde nuestro corazón hasta nuestro sistema inmunológico. Según Goleman, las buenas relaciones son como una vitamina; las malas, como un veneno. Y no solo eso: las emociones ajenas son contagiosas, lo mismo que un catarro. ¿Entiendes ahora por qué es tan importante neutralizar a los vampiros emocionales?
¿Cómo actúan estos vampiros?
A través de su presencia, sus palabras y sus actitudes. Son personas malhumoradas y dependientes. Piden ayuda, aunque se niegan a recibirla, y se ponen en posición de víctima porque buscan consuelo. Es cierto que cada uno tiene aspectos negativos, pero quienes absorben energía de otros viven en un constante clima pesimista. Es más, en algunos casos extremos hay quienes se esmeran en destruir la estima de los que se muestran con buen ánimo.
Otra de las características de los vampiros emocionales es que no escuchan. Ellos sólo quieren contarnos sus problemas y si les ofrecemos una posible solución, no será tenida en cuenta ni escuchada. Es probable que respondan: "Sí, pero" y cuando alguien dice "pero" es porque anuló todo lo dicho anteriormente. Eso significa que no quieren resolver, sólo desean trasladar su carga... Cualquier relación afectiva, y la vida misma, tiene luces y sombras. Sólo es posible crecer cuando nos escuchamos mutuamente.
Los vampiros nos debilitan y, por eso, cuando nos encontramos con uno es necesario dar un paso al costado para evaluar si vale la pena seguir adelante con ese vínculo. Es posible que algunas veces nosotros actuemos como vampiros. ¿Cómo podemos darnos cuenta?: cuando quienes nos escuchan no están presentes en la conversación, bostezan o miran erráticamente. Son signos de que es momento de finalizar la charla y de recordar que los demás no tienen que ser la bolsa de residuos de nuestros problemas.
Un vampiro emocional no siempre se da cuenta de que hace daño. En realidad, reproduce el maltrato, el menosprecio y la descalificación que recibió. La buena noticia es que existen maneras de liberarnos de las energías negativas: practicar deporte, caminar, bailar, cantar, estar en contacto con la naturaleza.
Existen dos clases de vampiros emocionales, ambos igualmente tóxicos que debes aprender a reconocer: Los visibles e invisibles a simple vista.
Los vampiros invisibles:
El comportamiento de estas personas no es abiertamente tóxico, por decirlo de esta forma. Por lo tanto, es difícil reconocerlas y `neutralizarlas’. Después de todo, son pocos los que no captan cuando alguien se comporta de una manera grosera o desagradable con ellos, o cuando trata de ofenderlos de acción o de palabra. Pero dicen que no hay peor contrincante que un enemigo invisible, y es verdad.
Muchos vampiros emocionales operan `por debajo del radar’. En otras palabras: su comportamiento tóxico no es evidente; este se oculta detrás de una actitud o unas palabras inocentes. Esto se debe a que ellos envían `mensajes dobles’, que es el arte de decir una cosa aparentemente inocua, e insinuar otra muy diferente.
Por ejemplo: "Qué bien te queda ese vestido", dice tu "mejor amiga"… antes de agregar: `Incluso te hace cintura’. Qué bien te ves… para tu edad’. Este tipo de comentario también se conoce como `el dulce envenenado’, porque, detrás del elogio, siempre hay una crítica implícita.
El vampiro solapado también suele recurrir al humor como una forma de atacarte sin dar la cara ni sufrir las consecuencias. La regla que funciona aquí es la siguiente: si él o ella bromean con que tienes sobrepeso o no encuentras pareja… no debes ofenderte, porque se trata de una broma.
El lenguaje corporal también es una estrategia muy común de los vampiros emocionales. Te dicen `Respeto tu decisión’… con una sonrisa cínica en la cara; juran que te aprecian… con los brazos cruzados; te piden que les creas… y desvían la mirada (a veces el gesto es tan sutil, lo que los sicólogos llaman una microexpresión, que no lo captas a nivel consciente; pero sientes que algo simplemente no `cuadra’). Ellos te dicen una cosa, pero tú percibes todo lo contrario. Esta discordancia crea una confusión interior que, a la larga, te drena.
Vale aclarar que, muchas veces, el vampiro emocional no opera a nivel consciente; no sabe el efecto que tiene en los demás. Simplemente, es su forma de ser. Como también ocurre con el segundo ejemplar.
Los 7 tipos de vampiros visibles:
La segunda clase de vampiro emocional es más fácil de detectar, pero no menos difícil de sobrellevar. Estos son algunos de los ejemplares más comunes, de acuerdo con las teorías de las expertas en relaciones interpersonales Cheryl Richardson, autora de Take Time for Your Life (Toma tiempo para tu vida) y la doctora Lillian Glass, autora de Toxic People (Gente tóxica).
1. Los negativos.
Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice ella. `Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, apunta ella. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.
2. Los quejosos.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo y `lo mismo’ puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la economía—, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere quejarse, pues esto le produce un alivio momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de quejas, en la que al final nada se resuelve, acabas drenada.
3. Los criticones.
Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el piso. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y ¡agotadoras!
4. Los belicosos.
Cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para no encender la pólvora, porque cuando estallan, ¡arde Troya! Esto apaga tu espíritu.
5. Los débiles e indefensos.
Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora acordada. Es su forma indirecta de castigarte.
6. Los sarcásticos.
Sus comentarios son crueles y son burlones, en fin: sarcásticos, pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y comentarios ácidos, te sientes dolida e insultada.. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más duele.
7. Los catastróficos.
Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban con tus nervios.
¿Que hacer con estas personas?
1. Reconocerlos
Determina en qué categoría cae esa persona que te deja drenada anímicamente. De esta manera nunca te toma desprevenida, pues ya sabes cómo opera.
2. Mantener el balance interior
Para evitar el contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es ella, y no tú, la que tiene un problema (porque es negativa, belicosa, catastrófica, etc.), puedes mantener una distancia emocional que te permite observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.
3. Alejarte
Si esta persona no es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a amistades tóxicas.
4. Sanar la relación
Si la relación es importante para ti, Cheryl Richardson aconseja que le dejes saber a esa persona de qué manera te está afectando. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos términos, debes llamarla aparte y dejarle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle. `Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida. Te pido que no lo hagas más’. Esto puede iniciar un diálogo muy sano para las dos.
Para no quedar atrapados por los vampiros emocionales tenemos que estar atentos a nuestras propias sensaciones. Tomar conciencia de que estamos frente a una persona que está volcando su negatividad sobre nosotros es la mejor defensa. Al darnos cuenta de esto, podemos adoptar una posición de observación y escuchar sin identificarnos.
Para mantener una vida saludable, es fundamental cuidar el campo energético. Las claves para lograrlo son la alimentación sana y equilibrada, cultivar pensamientos y sentimientos positivos, vivir en un ambiente armónico, practicar el silencio interno por algunos minutos cada día y meditar.
Es importante elegir relacionarnos con personas entusiastas, creativas y optimistas! No tenemos que ser indiferentes con los demás, pero debemos aprender a poner límites para no cargarnos de mala energía, que puede afectar nuestra salud.
Confiemos en nuestra intuición y, si percibimos que alguien nos habla sólo de sus asuntos negativos, derivemos la conversación hacia algo positivo que se nos ocurra en el momento. Y si la persona insiste en descargar su negatividad en nosotros, no está mal tomar cierta distancia.
No les demos a los demás el poder de volcarnos su frustración, sus carencias y su baja autoestima. Extendamos la mano para ayudar a quienes necesitan superar un problema, sin enredarnos en emociones negativas.
Tenemos que saber poner límites a los vampiros emocionales y dejarles muy claro cómo queremos ser tratados.
Si has respondido que sí a cualquiera de estas preguntas no lo dudes: estás lidiando con un vampiro emocional. Lo insidioso de este problema, es que puede ser un desconocido… o un ser queridocomo: el padre, la pareja o la mejor amiga.
El Dr. Bernstein (psicólogo clínico, terapeuta y experto en tales criaturas), dice "que son diferentes de la gente normal, pueden parecer más atractivos, más emocionantes, inteligentes, encantadores, creativos…pero “su necesidad” es superior a cualquier otra y asumen que las reglas no son para aplicarlas a ellos mismos, si no a la gente corriente. Nunca se sienten culpables y cuando se les descubre, se muestran rabiosos y manipuladores, y cambian sus formas. Desempeñan tan bien su papel, que engañan a los demás con bastante frecuencia."
Daniel y Kathleen Rhodes dicen “que son depredadores emocionales que desean aspirar la energía de otras personas, acechan a su presa en las sombras, no son gente especial, si no gente normal con la que convivimos todos los días, que “chupan” nuestra energía mental y emocional; muchos de estos depredadores saben exactamente cuánta frustración y ansiedad inflingen, mientras que otros, no tienen conciencia del daño que causan y la víctima tampoco es consciente de ello en muchas ocasiones".
Daniel Goleman, autor del best seller internacional La inteligencia emocional, nos asegura que el efecto que nos causan estas personas va más allá de una molestia momentánea. De acuerdo con su último libro, Social Intelligence (Inteligencia social), nuestros intercambios diarios con la pareja, los hijos, el jefe y aun con extraños, moldean la estructura física de nuestro cerebro a nivel celular; esto, a su vez, afecta todas las células del cuerpo, efectuando cambios incluso a nivel genético.
En otras palabras: nuestra reacción ante los demás tiene un impacto biológico en nuestro organismo, ya que durante un contacto social segregamos hormonas que afectan desde nuestro corazón hasta nuestro sistema inmunológico. Según Goleman, las buenas relaciones son como una vitamina; las malas, como un veneno. Y no solo eso: las emociones ajenas son contagiosas, lo mismo que un catarro. ¿Entiendes ahora por qué es tan importante neutralizar a los vampiros emocionales?
¿Cómo actúan estos vampiros?
A través de su presencia, sus palabras y sus actitudes. Son personas malhumoradas y dependientes. Piden ayuda, aunque se niegan a recibirla, y se ponen en posición de víctima porque buscan consuelo. Es cierto que cada uno tiene aspectos negativos, pero quienes absorben energía de otros viven en un constante clima pesimista. Es más, en algunos casos extremos hay quienes se esmeran en destruir la estima de los que se muestran con buen ánimo.
Otra de las características de los vampiros emocionales es que no escuchan. Ellos sólo quieren contarnos sus problemas y si les ofrecemos una posible solución, no será tenida en cuenta ni escuchada. Es probable que respondan: "Sí, pero" y cuando alguien dice "pero" es porque anuló todo lo dicho anteriormente. Eso significa que no quieren resolver, sólo desean trasladar su carga... Cualquier relación afectiva, y la vida misma, tiene luces y sombras. Sólo es posible crecer cuando nos escuchamos mutuamente.
Los vampiros nos debilitan y, por eso, cuando nos encontramos con uno es necesario dar un paso al costado para evaluar si vale la pena seguir adelante con ese vínculo. Es posible que algunas veces nosotros actuemos como vampiros. ¿Cómo podemos darnos cuenta?: cuando quienes nos escuchan no están presentes en la conversación, bostezan o miran erráticamente. Son signos de que es momento de finalizar la charla y de recordar que los demás no tienen que ser la bolsa de residuos de nuestros problemas.
Un vampiro emocional no siempre se da cuenta de que hace daño. En realidad, reproduce el maltrato, el menosprecio y la descalificación que recibió. La buena noticia es que existen maneras de liberarnos de las energías negativas: practicar deporte, caminar, bailar, cantar, estar en contacto con la naturaleza.
Existen dos clases de vampiros emocionales, ambos igualmente tóxicos que debes aprender a reconocer: Los visibles e invisibles a simple vista.
Los vampiros invisibles:
El comportamiento de estas personas no es abiertamente tóxico, por decirlo de esta forma. Por lo tanto, es difícil reconocerlas y `neutralizarlas’. Después de todo, son pocos los que no captan cuando alguien se comporta de una manera grosera o desagradable con ellos, o cuando trata de ofenderlos de acción o de palabra. Pero dicen que no hay peor contrincante que un enemigo invisible, y es verdad.
Muchos vampiros emocionales operan `por debajo del radar’. En otras palabras: su comportamiento tóxico no es evidente; este se oculta detrás de una actitud o unas palabras inocentes. Esto se debe a que ellos envían `mensajes dobles’, que es el arte de decir una cosa aparentemente inocua, e insinuar otra muy diferente.
Por ejemplo: "Qué bien te queda ese vestido", dice tu "mejor amiga"… antes de agregar: `Incluso te hace cintura’. Qué bien te ves… para tu edad’. Este tipo de comentario también se conoce como `el dulce envenenado’, porque, detrás del elogio, siempre hay una crítica implícita.
El vampiro solapado también suele recurrir al humor como una forma de atacarte sin dar la cara ni sufrir las consecuencias. La regla que funciona aquí es la siguiente: si él o ella bromean con que tienes sobrepeso o no encuentras pareja… no debes ofenderte, porque se trata de una broma.
El lenguaje corporal también es una estrategia muy común de los vampiros emocionales. Te dicen `Respeto tu decisión’… con una sonrisa cínica en la cara; juran que te aprecian… con los brazos cruzados; te piden que les creas… y desvían la mirada (a veces el gesto es tan sutil, lo que los sicólogos llaman una microexpresión, que no lo captas a nivel consciente; pero sientes que algo simplemente no `cuadra’). Ellos te dicen una cosa, pero tú percibes todo lo contrario. Esta discordancia crea una confusión interior que, a la larga, te drena.
Vale aclarar que, muchas veces, el vampiro emocional no opera a nivel consciente; no sabe el efecto que tiene en los demás. Simplemente, es su forma de ser. Como también ocurre con el segundo ejemplar.
Los 7 tipos de vampiros visibles:
La segunda clase de vampiro emocional es más fácil de detectar, pero no menos difícil de sobrellevar. Estos son algunos de los ejemplares más comunes, de acuerdo con las teorías de las expertas en relaciones interpersonales Cheryl Richardson, autora de Take Time for Your Life (Toma tiempo para tu vida) y la doctora Lillian Glass, autora de Toxic People (Gente tóxica).
1. Los negativos.
Ven el mundo a través de lentes oscuros. Y a ti te toca la ardua tarea de elevarles el ánimo, lo cual es como subir una piedra montaña arriba. `Tengo que buscar trabajo’, dice ella. `Ahora hay muchas oportunidades en tu campo’, le dices tú. `Sí, pero a mi edad…’, apunta ella. `La experiencia vale de mucho’, señalas. `Ay, pero las empresas prefieren personas jóvenes…’. Llega el momento en que tú, que tratabas de animarla, acabas más deprimida que ella, y temiendo por tu futuro laboral.
2. Los quejosos.
Se pasan la vida lamentándose de lo mismo y `lo mismo’ puede ser la pareja, el empleo, los hijos, la economía—, pero nada hacen para cambiar la situación. En realidad, esta persona solo quiere quejarse, pues esto le produce un alivio momentáneo. ¿Tú? Después de una sesión maratónica de quejas, en la que al final nada se resuelve, acabas drenada.
3. Los criticones.
Ponen objeción a todo lo que dices y haces; para ellos, tú nunca das la talla. Por supuesto, insisten en que las críticas son `por tu bien’. Pero la realidad es que te dejan por el piso. Por regla general, estas personas le encuentran un defecto a todo: la película, la cena, el servicio en el restaurante… ¡Son irritantes y ¡agotadoras!
4. Los belicosos.
Cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca en ellos una reacción agresiva. Sientes que debes vigilar lo que dices o haces, para no encender la pólvora, porque cuando estallan, ¡arde Troya! Esto apaga tu espíritu.
5. Los débiles e indefensos.
Constantemente necesitan que hables por ellos, los defiendas, los apoyes, los protejas… porque ellos, pobrecitos, no saben valerse por sí mismos. Pero, sin duda, llevar todo ese peso sobre tus espaldas te quita hasta la última gota de energía. ¿Ellos? Tranquilos y felices, porque no tienen que hacerse responsables por sí mismos. En este grupo hay que incluir a los `poca cosa’ que practican la agresión pasiva; esos que, después de un desacuerdo, te juran que no te guardan rencor… pero luego se olvidan, por ejemplo, de pasar por ti a la hora acordada. Es su forma indirecta de castigarte.
6. Los sarcásticos.
Sus comentarios son crueles y son burlones, en fin: sarcásticos, pueden resultar chistosos, pero cuando ese humor negro siempre va dirigido a ti, acaba por minar tu espíritu. Después de una sesión de ironías y comentarios ácidos, te sientes dolida e insultada.. Su humor hiriente es tóxico para el alma, porque siempre golpea donde más duele.
7. Los catastróficos.
Siempre están hablando de huracanes, enfermedades, muertes, desgracias y colapsos económicos. Para ellos, la vida es un peligro inminente, y si algo va a ocurrir, seguramente será muy malo. Cinco minutos con ellos acaban con tus nervios.
¿Que hacer con estas personas?
1. Reconocerlos
Determina en qué categoría cae esa persona que te deja drenada anímicamente. De esta manera nunca te toma desprevenida, pues ya sabes cómo opera.
2. Mantener el balance interior
Para evitar el contagio, muchas veces entender por qué esa persona tiene ese efecto sobre ti, te ayuda a protegerte de su influencia negativa. Cuando sabes que es ella, y no tú, la que tiene un problema (porque es negativa, belicosa, catastrófica, etc.), puedes mantener una distancia emocional que te permite observar su comportamiento `desde afuera’, sin que te afecte.
3. Alejarte
Si esta persona no es esencial en tu vida, puedes diluir la relación. Muchas veces la costumbre nos `ata’ a amistades tóxicas.
4. Sanar la relación
Si la relación es importante para ti, Cheryl Richardson aconseja que le dejes saber a esa persona de qué manera te está afectando. No se trata de enfrentarla, herirla ni atacarla. En el momento oportuno, cuando ambas estén en buenos términos, debes llamarla aparte y dejarle saber que, justamente porque la quieres y valoras la relación, tienes algo que decirle. `Cuando haces/dices tal cosa, yo me siento tensa/triste/ansiosa/ofendida. Te pido que no lo hagas más’. Esto puede iniciar un diálogo muy sano para las dos.
Para no quedar atrapados por los vampiros emocionales tenemos que estar atentos a nuestras propias sensaciones. Tomar conciencia de que estamos frente a una persona que está volcando su negatividad sobre nosotros es la mejor defensa. Al darnos cuenta de esto, podemos adoptar una posición de observación y escuchar sin identificarnos.
Para mantener una vida saludable, es fundamental cuidar el campo energético. Las claves para lograrlo son la alimentación sana y equilibrada, cultivar pensamientos y sentimientos positivos, vivir en un ambiente armónico, practicar el silencio interno por algunos minutos cada día y meditar.
Es importante elegir relacionarnos con personas entusiastas, creativas y optimistas! No tenemos que ser indiferentes con los demás, pero debemos aprender a poner límites para no cargarnos de mala energía, que puede afectar nuestra salud.
Confiemos en nuestra intuición y, si percibimos que alguien nos habla sólo de sus asuntos negativos, derivemos la conversación hacia algo positivo que se nos ocurra en el momento. Y si la persona insiste en descargar su negatividad en nosotros, no está mal tomar cierta distancia.
No les demos a los demás el poder de volcarnos su frustración, sus carencias y su baja autoestima. Extendamos la mano para ayudar a quienes necesitan superar un problema, sin enredarnos en emociones negativas.
Tenemos que saber poner límites a los vampiros emocionales y dejarles muy claro cómo queremos ser tratados.