Una monjita se sube a un taxi en medio de la noche oscura.
El taxista, durante todo el camino, se le queda mirando por el espejo y cuando ella se da cuenta, el conductor le dijo:
El taxista, durante todo el camino, se le queda mirando por el espejo y cuando ella se da cuenta, el conductor le dijo:
-Perdón madre, tengo algo que comentarle pero me da mucha pena decírselo, ya que no quiero ofenderla...
Ella responde: -Querido hijo, no puedes ofenderme. Cuando se llega a mi edad siendo monja ves y oyes de todo… Estoy segura que no hay nada que pudieras decir que me ofenda.
-Bueno, es que toda mi vida he tenido la fantasía de que una monja me haga sexo oral.
-Bueno hijo, veamos qué podemos hacer con respecto a eso:
1ro, tienes que ser soltero y 2do, Debes ser católico.
El taxista se emociona y dice: -Si, soy soltero y también católico.
-Bueno siendo así, doble en la próxima esquina a la derecha.
El Taxista se mete a un callejon y la monja le concede el deseo. Pero cuando se vuelven a subir al taxi, el taxista comienza a llorar recargando su cabeza sobre el volante.
-Hijo, ¿por qué lloras?
-Perdóneme hermana pero he pecado. Mentí… debo confesarle que soy casado y que soy judío, Asi que no fui honesto con usted.
Al verlo, La monja le dice con voz serena:
-Bueno no te preocupes, ya somos dos...
mi nombre es Armando, soy gay, y vengo de una fiesta de disfraces.
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